Header Ads

viernes, 25 de diciembre de 2020

Querido año 2020...






No, no quiero ser hipócrita, te pondré comillas, porque la realidad es que no fuiste muy agradable: "Querido" año 2020... 
A pesar de que no caíste bien a casi todo el mundo, pues me quitaste varias cosas, incluyendo buenos amigos, debo agradecerte porque (también) me enseñaste a valorarme, a mi familia, mi relación con Dios y lo esencial de la vida, esos pequeños detalles que marcan la diferencia: Ver a mis hijos en salud durante los 366 días que trajiste, sí año 2020, gracias porque, aunque eres sinónimo de cosas malas (incluyendo un virus), no pasé de un resfriado común durante todo el tiempo que estuviste conmigo, aunque muchos no corrieron con la misma ¿suerte?

Llegaste como cualquier otro año, ¿quién lo diría, 2020, eh? Recuerdo que, como hacen todos, mi familia y mis amigos nos abrazamos en el 2019 rezando lo de costumbre, "feliz Año Nuevo", pero si lo hubiéramos sabido hubiésemos cambiado "nuevo" por "bueno", porque a todos nos sorprendiste. Y más que sorpresa, viniste con una marca para muchas familias, llevándote a algunos de sus seres queridos, aunque en algunos casos creo que te pasaste. Pero no, si lo pienso bien no fuiste tú año 2020, Dios te usó para cumplir un propósito y esperamos no sólo ser mejores padres, madres, hijos; ser mejores nietos y esposos, pero también mejores esposas. Queremos aprender las lecciones que nos dejaste, aquellas que nos unieron y nos hicieron más fuertes, creativos y sensibles, amorosos pero también humanos. 

Cuando pienso en ti, 2020, no llega a mi mente un tiempo, lo que siempre recordaré es lo frágiles que somos como seres humanos. Pusiste al mundo a tus pies con una partícula tan diminuta que no se puede percibir a simple vista y cambiaste para bien a algunos y para mal a muchos. En fin, no se trató de ti mi "querido". Cuando inciaste tu historia en una provincia de China que, hasta ese diciembre del 2019 estaba en el anonimato, la realidad es que lo pensé bien y concluí que se trató de mí, de nosotros como seres humanos. No habrá otro como tú, 2020, pero estoy consciente que si no cambio, no maduro y no lucho por ser buena persona, llegará otro tiempo, quizás un año compleo o dos (quién sabe) que lo pueda comparar contigo y para eso debo estar preparado. ¿Con otro virus?  Pues no lo sé. No sé. Tus secuelas seguirán más allá del año 2021, pero trataré de no prejuiciarme con los próximos 365 nuevos días que inician desde el primero de enero. Formatearé mi mente el 31 de diciembre y recibiré lo que Dios traiga con optimismo. ¡Feliz Año BUENO!

2 comentarios:

Adbox